lunes, 13 de abril de 2015

Adiós vagamundo...

Sentí el calor en mi cuerpo, sentía que esa canción tenia que sonar, y en ese instante en medio de la canción me acorde de ti, vagamundo, de ti aprendí muchas cosas, comprendí que todos eramos muchos mundos, el porque de nuestra realidad y el sufrimiento y la sangre que ha convivido a lo largo de este continente, contigo aprendí historia.
En ese instante no supe darme cuenta que debía despedirme te tus letras, quizás hoy la noticia de tu muerte me dejó sin palabras, las millones de palabras que he leído de ti, la más de una docena de libros tuyos que acompañan a otros autores en mi biblioteca. El día que me di cuenta que quería escribir, la segunda revelación, fue cuando te comencé a leer, tu me contabas cómo el abuelo que nunca tuve, esas historias, esos fragmentos de vivencias, las voces de los que no tienen voz, conocí el mundo y viaje contigo, conocí a Conti y en lo profundo de mi, se que estas con el, navegando en los ríos y tomando unos mates, se que vas en dirección al sol, a reunirte con los anhelos y con esos sueños que tenia tu mujer, se que estarás siempre en sus sueños porque cuando ella sueña tu despiertas y le cuentas como va todo por ahi, quizás ella ya no tenga a su Eduardo para que la escuche y escriba sus sueños, sé que la angustia es pasajera, pero no puedo tocar el lomo de tus libros, recuerdo irte a ver a la rural, con tus libros bajo mi brazo a la espera de tu firma, más que de tu firma, de tu gesto, ese gesto de paz, de pureza. Todas las veces que fui al Uruguay pensaba y divagaba en buscarte para charlar, siempre soñé con mandarte el primer libro que editará, siempre soñé que quizás te cruzaria y podría charlar, aprender un poco más. Hoy se que no podre, se que costara creer que ya no veré algo nuevo tuyo, ya no podre oírte leer tus escritos, ya no podre escuchar a mi vieja decir "Rodri esta Galeano en la tele", te voy a extranar viejo, te voy a extrañar cómo a la arena en junio, como a la lluvia en el barrio de la boca, como al gris de Escalada, como a los miles de boletos que duermen bajo mi cama, y podría jurar que en cada uno de ellos hay más de un libro tuyo, cada año que vivía, cada bondi que tomaba, ahí estaba alguno de tus libros, gracias por hacer este mundo más lindo, gracias por enseñar que hay que mirar un poquito más allá...

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