lunes, 28 de abril de 2014

El viejo

Creo que no aprenderé mas, que los errores los arrastrare hasta las últimas consecuencias. Siento que me estoy ahogando en este lugar, que cada parte de mí se va deteriorando de una manera acelerada. Tengo que dejarlo todo, no sirvo para esto, debo partir, escaparme, romper ese cristal que me rodea y me separa de cada oportunidad.
A veces veo en el espejo el rostro de ese niño que fui, esa infancia de pantalones rotos en las rodillas y siento cierta nostalgia, él era un soñador, un impulsivo, y yo? Y yo donde he quedado?
He vuelto a la madrugada en algún que otro colectivo a la madrugada, con pedazos de mi corazón en mis bolsillos rogando que al llegar todo se pudiera solucionar con algún pegamento. Pero el corazón no funciona así, siempre que se rompe y uno lo vuelve a pegar, nunca vuelve a quedar igual.
He amanecido en camas ajenas con resaca y un sabor amargo en la boca, intentando escapar de ahí sin despertar a la otra persona. Recuerdo que el viejo me decía mientras me cebaba un mate y mirábamos al campo, “pibe, la única razón por la que los arboles más altos del monte son los más altos, es porque han resistido todo tipo de tormentas y climas, vos pibe tenes que tomar al vida así. Todo te va a servir, cuanto más duela, más grato será verlo a la distancia. Hoy el campo esta calmo, la época de cosecha ha terminado, y tu mi hijo, tendrás que entender que todo en la vida se mueve en ciclos, y no siempre los ciclos de la historia serán los mismos que los tuyos, un día despertaras y sentirás que has crecido; así que relájate, equivócate, que para enmendar hay toda una vida por delante”

El viejo siempre tenía las palabras justas, el sabía todo lo que me pasaba en el instante en que me cebaba el primer mate, al caer el atardecer aquellos arboles más altos traían una suave brisa, y creo que de eso hablaba el viejo, aquellos viejos e inmensos arboles no castigaban, solo dejaban pasar una suave brisa que era la mínima y necesaria para arrojar sus semillas. Todo era calmo, todo merecía en ese instante la posibilidad de ser completamente eterno.

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