miércoles, 5 de octubre de 2011

Siempre termino en vos

Cavar hondo, en los pensamientos, recordar. Recuerdo aquel cielo colmado de estrellas, tu sonrisa y el viento acariciando el césped.
A veces siento la vida pasar a mi alrededor, a veces te miro y no sé que veo, el tiempo sigue pasando y todo se transforma. La vivencias se desprenden de mi cuerpo a medida que voy caminando, te dejo en cada pasa y te encuentro en cada esquina, nunca soñé con ser alguien mas alto, nunca soñé con tener muchas cosas, tan solo quería poder mirar arriba. A veces divago en lo que escribo y voy de esto a aquello, y tú crees entenderme, y a veces no sé si sos vos o soy yo a quien hablo y si sos parte de todo esto; ser, estar, mirar y describir.
Mirar abajo y apuntar arriba, saltar atrás mirando adelante. De chiquito siempre me decían que en el 2000 el mundo iba a terminar, que las maquinas se iban revelar, que vendría el apocalipsis. Ahora ya con varios años y golpes encima me encuentro con la misma disyuntiva, el mundo va a acabar dentro de un par de meses, según el calendario maya. Así que, según los mayas todo va a terminar, ¿y qué hare, con 22 años? Tendré que dejar que el mundo se acabe, ¿no podre pintar más amaneceres en tu piel?
Sinceramente, poco me importa el fin del mundo, la vida sigue su curso, todos los días me levanto, me tomo el 33, a veces está nublado, a veces me abrigo, a veces me duermo y a veces hablo contigo. Me bajo una parada después del puente de la boca, miro el riachuelo todas las mañanas, me bajo estiro las piernas, llego a la esquina dejo pasar un semáforo, y ahí arranca mi día, después de ese semáforo, apago la música y enciendo la vida.
Verte entre semana, extrañarte los domingos, y necesitarte los lunes. El lunes y el domingo son dos días que más odio, están tan unidos y dejan tanta soledad en el aire, que se hace insoportable, los lunes siempre cuesta arrancar y los domingos siempre cuesta terminar.
Creo que ya perdí el toque, una vez leí en un libro, no recuerdo bien cuál es, que decía algo así, que la literatura era poder decir con muchas palabras lo que la gente normal solo puede describir con una. Toda mi vida fue así, muchas palabras, muchos mareos, demasiados libros y decenas de anhelos, una vida de rimas intercaladas con risas. Yo siempre me cuento lo que va a pasar y luego intento sorprenderme.
Nunca se a donde apunto con las líneas que escribo, podría halarte del amor y salirte luego con una analogía sobre el sabor del té. Podría decirte que si te soplo el ojo se te caerían todas las pestañas y si te lo beso se humedecería tu corazón. Podría contarte cuando me caí por primera vez de una bicicleta, podría decirte que mis cicatrices no significan nada. A veces la gente oculta sus miedos, a veces soy igual que todos los mortales y tengo miedos de mortales, cuando te despido ya lo he ensayado trescientas veces en mi cabeza, y siempre me sale mal, siempre termino haciendo otra cosa.
Cada vez me cuestan más los remates, siento que me enredo, y no hay shampoo para un enredo de palabras, tan solo se, que dentro de un par de meses si acaba el mundo estaré seguro de varias, cosas , encontré la felicidad, la retuve el tiempo máximo, uno no puede ser feliz toda la vida, por eso hay días que uno se despierta con el alma bajo el brazo, para prolongar la felicidad, por eso te miro con un ojo a veces, para poder tenerte más de una ves día a día. Me iré a dormir, mirare al techo antes de taparme por completo, respirare hondo y sentiré tu perfume en mi corazón, exhalare y aparecerás como cada noche, para darme el beso de las buenas noches y ahuyentar a mis fantasmas.

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