domingo, 16 de octubre de 2011

Gris, nublado entre la tierra, tus pasos, los míos. Lo único que vale la pena, estar contigo

Después de varios años, he estacionado en este escritorio; buscando tal vez, un sentido. Buscando la punta de los hilos de mi vida, recuerdo cosas, y veo la vida pasar como una lenta tira de diapositivas, perfumes, texturas, colores y personas. Recuerdo los trenes, las cuadras caminadas, un saludo en un colectivo en medio de la noche, un viaje en tren hacia un viejo destino, haruki murakami dijo “el futuro es algo que se debe ver volviéndose hacia atrás”, a veces me pregunto si estaré en el futuro que quise forjar, camino volviéndome hacia atrás y miro detenidamente los pasos que he dado, todo se vuelve difuso, borroso, se mezclan las vivencias, tristezas, y las alegrías. Creo que eso debe de ser el olvido, el hecho de no poder separar al pasado. Uno nunca olvida, tan solo deforma y transforma, el pasado se vuelve una masa amorfa y va separando y agregando cosas a medida que crecemos.
Algún día extrañare los paseos en la siesta por la ciudad, mirarte a los ojos en una plaza de tribunales, despeinarte en la calle Paraguay y despedirte en la avenida Paseo Colon. Siempre me adelanto unos metros de más, para ver el momento desde afuera, me veo a tu lado, me veo feliz entre tus brazos.
El amor, a veces roza tus labios. El amor no es algo de lo que se puede andar escapando. Mucho tiempo hui a mis palabras, sabiendo que no podía ser profeta de algo que no practicaba. A veces pago cuotas atrasadas, pero en este momento no puedo hacer como si no viera ciertas cosas, a veces pienso. A veces me veo bajo las estrellas en un campo desolado, contigo al lado en silencio, y en el silencio hablando.
Las nubes cubren el cielo, está cayendo cenizas volcánicas de nuevo, tengo algo de tristeza, algo de pereza.
A veces duelen, a veces me duelen los pensamientos. Acompaño mis soledades y me despido de todo como si fuera a morir. No te hablo, de cosas que nunca supe, a veces te cuento en mi mente de cómo me encuentro, luego te veo y me bloqueo.
Nunca entenderás mis silencios, estamos a mil kilómetros de distancia. Me cuesta mucho describirte ciertas cosas. Siempre hablo de cosas y nunca te las defino. Me cuesta mostrarme tal como soy ante los ojos de los que no saben nada de mí.
“Tu tienes esto y yo aquello, joder no quiero rayarte” ¿será todo así? Nunca supe muchas preguntas, tengo un bolso repleto de ellas en mi espalda, a veces las elijo para las que creo que encajan en ciertas circunstancias, sueno un poco cursi, sueno un poco solo, sueno, como nadie.
Todos buscan una casa grande, un auto lujoso, un perro en el parque y un niño en la mecedora. Nunca podre involucrarme en esas cosas. No tengo planes para otra felicidad, unos duros en los bolsillos, una moneda para decidir mi destino, un cuaderno y un papel, creo que eso para mí es la felicidad. Sentir el viento en el rostro, mirar al cielo, tocar las nubles, acariciar tu rostro, mirar atrás y besarte como en los viejos tiempos.
Mis vidrios se empañan y no te puedo sacar de mi cabeza, recuerdo tu rostro reflejado en la pupila de mis ojos, tu pelo en mi pecho, hacer círculos en tu cabeza, y luego hablar del infinito con tus labios.
Estoy volviendo de a poco, estoy volviendo lentamente, recuperándome de los golpes, curando mis heridas y volviéndome a lastimar, estoy mirándote detrás de mis 6 ojos, es normal que vea mas allá que la gente común, estoy mirándote y aun no me animo a tomarte y entregarme completamente entero.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Siempre termino en vos

Cavar hondo, en los pensamientos, recordar. Recuerdo aquel cielo colmado de estrellas, tu sonrisa y el viento acariciando el césped.
A veces siento la vida pasar a mi alrededor, a veces te miro y no sé que veo, el tiempo sigue pasando y todo se transforma. La vivencias se desprenden de mi cuerpo a medida que voy caminando, te dejo en cada pasa y te encuentro en cada esquina, nunca soñé con ser alguien mas alto, nunca soñé con tener muchas cosas, tan solo quería poder mirar arriba. A veces divago en lo que escribo y voy de esto a aquello, y tú crees entenderme, y a veces no sé si sos vos o soy yo a quien hablo y si sos parte de todo esto; ser, estar, mirar y describir.
Mirar abajo y apuntar arriba, saltar atrás mirando adelante. De chiquito siempre me decían que en el 2000 el mundo iba a terminar, que las maquinas se iban revelar, que vendría el apocalipsis. Ahora ya con varios años y golpes encima me encuentro con la misma disyuntiva, el mundo va a acabar dentro de un par de meses, según el calendario maya. Así que, según los mayas todo va a terminar, ¿y qué hare, con 22 años? Tendré que dejar que el mundo se acabe, ¿no podre pintar más amaneceres en tu piel?
Sinceramente, poco me importa el fin del mundo, la vida sigue su curso, todos los días me levanto, me tomo el 33, a veces está nublado, a veces me abrigo, a veces me duermo y a veces hablo contigo. Me bajo una parada después del puente de la boca, miro el riachuelo todas las mañanas, me bajo estiro las piernas, llego a la esquina dejo pasar un semáforo, y ahí arranca mi día, después de ese semáforo, apago la música y enciendo la vida.
Verte entre semana, extrañarte los domingos, y necesitarte los lunes. El lunes y el domingo son dos días que más odio, están tan unidos y dejan tanta soledad en el aire, que se hace insoportable, los lunes siempre cuesta arrancar y los domingos siempre cuesta terminar.
Creo que ya perdí el toque, una vez leí en un libro, no recuerdo bien cuál es, que decía algo así, que la literatura era poder decir con muchas palabras lo que la gente normal solo puede describir con una. Toda mi vida fue así, muchas palabras, muchos mareos, demasiados libros y decenas de anhelos, una vida de rimas intercaladas con risas. Yo siempre me cuento lo que va a pasar y luego intento sorprenderme.
Nunca se a donde apunto con las líneas que escribo, podría halarte del amor y salirte luego con una analogía sobre el sabor del té. Podría decirte que si te soplo el ojo se te caerían todas las pestañas y si te lo beso se humedecería tu corazón. Podría contarte cuando me caí por primera vez de una bicicleta, podría decirte que mis cicatrices no significan nada. A veces la gente oculta sus miedos, a veces soy igual que todos los mortales y tengo miedos de mortales, cuando te despido ya lo he ensayado trescientas veces en mi cabeza, y siempre me sale mal, siempre termino haciendo otra cosa.
Cada vez me cuestan más los remates, siento que me enredo, y no hay shampoo para un enredo de palabras, tan solo se, que dentro de un par de meses si acaba el mundo estaré seguro de varias, cosas , encontré la felicidad, la retuve el tiempo máximo, uno no puede ser feliz toda la vida, por eso hay días que uno se despierta con el alma bajo el brazo, para prolongar la felicidad, por eso te miro con un ojo a veces, para poder tenerte más de una ves día a día. Me iré a dormir, mirare al techo antes de taparme por completo, respirare hondo y sentiré tu perfume en mi corazón, exhalare y aparecerás como cada noche, para darme el beso de las buenas noches y ahuyentar a mis fantasmas.